Se trata de un molusco bivalvo de concha gruesa que habita en arenales y bahías, ya que puede soportar descensos de salinidad de hasta el 5 ‰. Se alimenta de organismos vivos que filtra constantemente. Sus áreas de distribución son Atlántico, Mediterráneo, Mar Negro, Caspio y Costa Noroeste de África. Sin embargo el berberecho fresco que más abunda es el gallego, siendo además de una gran calidad. Se extrae fácilmente tanto a pie, como a flote con rastros artesanales. Su crecimiento es rápido, alcanzando la talla mínima comercial de 28 mm en aproximadamente 1 año.
Tiene la concha ovalada, abombada, con forma de corazón cuando está cerrado. La superficie esta surcada por entre 22 y 28 radios muy marcados como un tejado y de color blanco pardo. El interior blanco con manchas pardas.
Viven enterrados, en zonas próximas a la costa. Su crecimiento es rápido ya que en un año consiguen el tamaño adecuado para su comercialización.
Además del berberecho que se cría en nuestras rías podemos encontrar otros de distintas procedencias como el berberecho portugués de peor calidad y también de Holanda y Dinamarca, aunque ya es menos habitual porque no suele llegar fresco a nuestro mercado.
Se caracterizan por ser un marisco con un índice muy bajo de grasa. Lo que más llama la atención, nutricionalmente hablando, de este delicioso marisco es su riqueza en proteínas. También aporta vitaminas del grupo A y grupo B.
Hay que tener en cuenta que son muy delicados, por lo que hay que conservarlos siempre en frío. Si un berberecho está abierto hay que tirarlo.
Para consumirlos, una de las maneras más apreciadas es al natural o al vapor. La cocción al vapor es una de las maneras más típicas, se introducen los berberechos en una olla, se le añade un chorro generoso de vino blanco albariño y se pone a fuego moderado hasta que todas las piezas estén abiertas. También muy típica en la cocina tradicional gallega la empanada de berberechos.