El limón es originario de Asia y fue desconocido por griegos y romanos, siendo mencionado por primera vez en el libro sobre agricultura Nabathae hacia el siglo III o IV. Su cultivo no fue desarrollado en occidente hasta después de la conquista árabe de España, extendiéndose entonces por todo el litoral mediterráneo donde se cultiva profusamente, debido a la benignidad del clima, para consumo interno y de exportación.
Su fruto, posee un alto contenido en vitamina C (501,6 mg / L) y ácido cítrico (49,88 g / L). Se utiliza para elaborar postres (tales como el arroz con leche, en este caso se usa su piel para aromatizar) o bebidas naturales como la limonada y la leche merengada, a la que se le añade también canela. Las rodajas se usan como adorno para bebidas. Por la acidez de su jugo, se puede utilizar para potabilizar agua, agregando 4 ó 5 gotas por cada vaso de agua, y dejándolo actuar unos minutos.
El limón conocemos como una fruta que no se consume como fruta fresca sino sólo su zumo. Tanto el zumo y la piel son indispensables en muchas recetas. La fruta es de color amarillo y verde, con una fuerte corteza que oculta una capa blanca esponjosa e insípida. La carne tiene un tono pálido amarillento, formada por ocho o diez segmentos o gajos que encierran pequeñas pepitas. El sabor del limón es ácido y muy agradable. Se pueden conservar perfectamente y durante varias semanas a temperatura ambiente sin necesidad de utilizar el frigorífico. Son las frutas de menor valor calórico: su componente mayoritario es el agua. Destaca su contenido en fibra, magnesio y vitamina C, tanto como el ácido cítrico y antioxidantes.