Su origen es incierto aunque los antiguos romanos la cultivaban y en Egipto 500 años A.C., ya también la conocían. Su producción es fácil. Es típica de climas fríos, aunque es muy adaptable a otros climas, es considerada óptima para su desarrollo una temperatura entre 15°C y 18°C. Estas plantas crecen con rapidez, se recomienda un suelo rico en materia orgánica y nitrógeno aunque en realidad cualquier suelo es bueno si el clima y el drenaje del mismo es apropiado, requiere mucha agua cuidando que no se encharque.
Por su riqueza vitamínica y mineral, la lechuga ayuda al crecimiento de los niños. Gracias a algunos de sus oligoelementos, hierro, zinc, cobre, combate eficazmente la anemia empobrecimiento mineral de la sangre. La lechuga estimula el apetito y es un remedio natural para el aparato digestivo. Así, calma los ardores del estómago, tonificante y revitalizante este órgano. El jugo de la lechuga tiene efectos sedantes del sistema nervioso. Por este motivo, es un hipnótico natural y proporciona la calma y sueño tranquilo a los nerviosos ya los que sufren ansiedad e insomnio. Es aconsejable comer lechuga todos los días y preferentemente a la hora de cenar, porque además de proporcionar un sueño tranquilo, favorece el buen funcionamiento intestinal en las primeras horas de la mañana. Si lo tomamos como primer plato en ensalada, llegará rápidamente al intestino, preparando el camino a otros alimentos.